Descripción
El mundo de Dios estaba en todas partes y lo era todo. El mundo de Dios estaba lleno de Amor y belleza. El mundo de Dios estaba lleno con la música de la felicidad. Los burbujeantes arroyos reían felizmente. La Luz del sol bailaba y parpadeaba. Los árboles susurraban su satisfacción. Pequeño Cordero estaba en paz en el mundo de su Padre. Había cálida luz solar, agua fresca para beber y verde hierba para comer. Todos los animales vivían en Amor y hermandad. Su Padre estaba en ellos y a su alrededor. Él les hablaba en sus corazones. Un día, Dios llamó a Pequeño Cordero: «Pequeño Cordero, necesito tu ayuda». «Señor Padre», contestó Pequeño Cordero, «¿cómo puedo ayudarte?». Y su Padre dijo: «Pequeño Cordero, tú eres perfecto y amoroso, tal como son todos Mis niños. Y cuando ellos están despiertos en Mi mundo pueden ver su perfección, puesto que Yo los amo a todos y los he creado perfectos. Pero, a veces, Mis niños duermen, y cuando están dormidos sueñan, y en sus sueños olvidan Mi Amor. Olvidan que son perfectos. Olvidan a su Padre, quien siempre está con ellos y los ama. «Tú, Pequeño Cordero, entiendes esto y puedes ver el Amor en todos tus hermanos. Ahora debes dormir y soñar. Sueña, Pequeño Cordero, pero en tus sueños .